quelques Villes historiques européennes
(non classées.)
La nostalgia fluye por las rúas de una ciudad que siempre parece lejana. Lisboa pertenece a
otra época, la que marcan sus vías estrechas y sus miradores, su cielo y su océano. Y la luz,
siempre la luz, que permite viajar al pasado con solo reposar la vista en sus suelos
adoquinados y sus casas añejas. Una musa para un poeta.
Cada año llegan hasta la capital escocesa cientos de miles de visitantes con el ánimo de
saborear todo tipo de diversiones, también nocturnas. Pero Edimburgo es, además, un activo
foco de cultura, que encuentra su culminación en verano, durante la celebración de su Festival
Internacional dedicado a las artes escénicas.
Una imponente y siempre renovada dosis de cultura, monumentos de todas las épocas
complementados con grandes espacios naturales, más tradición que vanguardia, y el deseo
de mantenerse lo más british posible a pesar de su indiscutible cosmopolitismo hacen de
Londres una de las ciudades más visitadas del mundo, por detrás de Hong Kong y Singapur.
Cosmopolita y con estilo. Llena de animadas terrazas, tiendas de moda de diseñadores que
han revolucionado las reglas del vestir y gente guapa que se desplaza en bicicleta. La moda
es uno de los ejes que definen la segunda ciudad de Flandes. Rubens y el Barroco, los
diamantes y el encanto del Escalda completan el círculo.
SI hay una ciudad en el mundo que ilustra el significado de la belleza, esa es París. Metrópoli
de las artes y la historia, de los museos y las iglesias, de la gastronomía y la moda, París se
hace amar y derrocha un deleite espiritual que penetra por los cinco sentidos del viajero,
convirtiéndole en un adicto de la sublime oferta de sensaciones de la capital francesa.
Quienes la comparan con alguna otra capital europea cometen un error, además de una
enorme injusticia, pues Copenhague tiene personalidad propia y atractivos más que de sobra
para satisfacer los gustos de todo tipo de viajeros. Y, tópicos aparte, merece la pena visitarla
en cualquier época del año.
Es este 2013 el año en el que la capital holandesa aspira a recuperar su impronta cultural. Esa
que gira en torno a la vida y obra de ilustres artistas como Rembrandt y Van Gogh para sumergirse
después hasta el fondo en sus míticos canales. Alegre y refinada, la ciudad despierta cada día
con una historia nueva que contar.
Nacida de la tenacidad del hombre por unir islas en torno al lago Mälaren, la capital sueca
conserva el encanto de un viejo barrio medieval sin renunciar a la nueva arquitectura. Diseño
de vanguardia y jóvenes apasionados por el rock, pero también viejos pescadores de caña
sobre sus puentes y playas de aguas cristalinas.
Pequeña en comparación con otras grandes capitales europeas, conserva el encanto señorial
de sus palacetes barrocos, toques Art Nouveau y un planteamiento urbanístico revolucionario,
con zonas ajardinadas en el casco antiguo que se integran en una arquitectura ecléctica mezcla
de clasicismo mediterráneo y funcionalidad.
Palacios barrocos y catedrales enjoyando sus avenidas, uno de los mejores museos del mundo
, el empaque de los días de los zares con los rastros de la revolución. Todo ello aguarda sobre
el laberinto de canales e islas de la segunda ciudad rusa, bañada ahora por la luz ambarina de
sus Noches Blancas.
Posee una mezcla de estilos que recuerdan vagamente a ciudades como Praga o París, -con
las que se la ha querido comparar-, pero brilla con una personalidad propia y diferente. De
espíritu acogedor y transigente, destaca por el modo peculiar y único con que hizo triunfar bajo
sus blancas nubes.
El profundo deseo de recuperar la armonía que se le negó a esta metrópolis durante casi tres
décadas, el tiempo en que el Muro dividió la ciudad, se ha hecho realidad. sus atractivos
históricos y culturales la hacen fascinante y sorprendente al viajero, que paseará por un
escenario donde la historia ha dejado muchas huellas.
Decía el escritor polaco Wilhelm Feldman (1868-1919) que el alma de su país residía en
Cracovia, en sus calles empedradas, en sus restos de murallas, en sus casas de piedra rojiza
… Tienen, desde luego, mucha suerte sus habitantes pues disfrutan de una ciudad repleta de
tesoros monumentales y declarada Patrimonio de la humanidad.
La silueta del Mont Blanc, en el corazón de los Alpes, se intuye a lo lejos, poderosa y siempre vigilante.
Aunque la capital emocional, que no real, de Suiza no necesita que nadie la cuide. Se basta ella sola para
preservar un legado que es el reflejo histórico de una forma de entender la vida, tranquila y en paz.
La capital toscana es una ciudad hermosa donde las haya y poder vivirla unos días es un regalo
para los sentidos. Su armonía y su buen gusto arquitectónico contagian un estado de ánimo
romántico y le llenan a uno de humildad, algo inevitable ante el despliegue de genios que dejaron
aquí una huella imborrable y perfecta.
Un Casino Belle Époque, cuatro hoteles de cinco estrellas, jardines, tiendas de moda, joyerías
exclusivas y una gran concentración de coches de lujo hacen del Círculo de Oro de Montecarlo
el epicentro de millonarios y famosos. Es el distrito más conocido de Mónaco, pero en un breve
paseo se puede recorrer todo el Principado.
Con su descarado encanto de aires decadentes, constata sobre su piel el paso de los siglos y la
huella que sobre ella han dejado los mejores artistas. Ofrece una ventana hacia la eternidad y
lecciones de belleza en medio del caos de su vida diaria. Así es la Caput Mundi, contradictoria
, pícara y, por encima de todas las cosas, condenadamente hermosa.
Orgullosa e impertérrita desde hace siglos, parapetada tras sus murallas y dispuesta a renacer
cada vez que un terremoto o la guerra la han devastado. La joya de la costa croata, en la parte
más meridional de Dalmacia, se mira en el espejo azul del Adriático e invita al viajero a perderse
por sus callejuelas empedradas.
Por encima de todas las cosas, la ciudad de Venecia se asocia a la idea de belleza arquitectónica,
a la armonía de unos canales de fábula medieval y al romanticismo de unos puentes que unen las
islas que conforman esta original ciudad hecha de hermosos palacios e iglesias. Y lo mejor de todo
es que no se equivocan quienes así la visualizan.
Testimonios históricos y sugestiones musicales se alternan y entremezclan en esta agradable ciudad,
antigua tierra de hombres montaraces y laboriosos, y de PRÍNCIPES arzobispos muníficos y
amantes de la buena vida. Aunque Salzburgo siemrpe es recocordada por ser la patria de Mozart,
quien ha dejado aquí una huella indeleble.
Enormes y lujosos palacios, algunos de los grandes templos de la música mundial, museos
fundamentales, arquitectura muy original, estatuas doradas en los parques, el evocador Danubio,
viñedos y bodegas… La capital austríaca representa uno de esos lugares adonde todo amante
de la belleza querría regresar siempre.
Algunos la denominan “el París del Danubio”, otros “la Ciudad de los Cafés o “la Ciudad
de los Baños”… Todos tienen razón. Lo cierto es que, heredera de un glorioso pasado, budapest,
una de las ciudades más elegantes y ensoñadoras del continente europeo, se ha convertido en lo
s últimos años en un destino de auténtico culto.
Hubo un tiempo en que los alquimistas poblaron la capital checa en un intento de convertirla en una
mina de oro. Quizás por esos anhelos la ciudad se haya quedado impregnada de un misticismo extraño
. Resulta imposible no enamorarse de ella, de su belleza medieval, de un puente que permite cruzar
la frontera de los sueños.
Más de tres mil años de Historia es mucho decir de una ciudad. Si, además, se trata del punto de
origen artístico, geopolítico y de organización social de la civilización occidental, entonces venir a
la capital griega y conocer sus miles de propuestas resulta obligado. Incluso si solo se está de
escala hacia las Islas Griegas.
Impactante como pocas, Estambul produce sensaciones contrapuestas en quienes se pierden por
su laberíntico callejeo. Todo, menos indiferencia. Desde la escenografía del Cuerno de Oro, su
puerto comercial histórico, hasta sus esbeltas mezquitas, sus palacios imperiales, sus bazares y,
cómo no, ese prodigio que es Santa Sofía.