Les beautés de             

         quelques  Villes historiques européennes

 

(non classées.)

                             

                                       El puente 25 de Abril, sobre el estuario del Tajo, toma su nombre tras la revolución “de los claveles” de 1974.

Lisboa, luz y nostalgia

La nostalgia fluye por las rúas de una ciudad que siempre parece lejana. Lisboa pertenece a

otra época, la que marcan sus vías estrechas y sus miradores, su cielo y su océano. Y la luz,

siempre la luz, que permite viajar al pasado con solo reposar la vista en sus suelos

adoquinados y sus casas añejas. Una musa para un poeta.

 

                                      edimburgo

Edimburgo, cultura y diversión

Cada año llegan hasta la capital escocesa cientos de miles de visitantes con el ánimo de

saborear todo tipo de diversiones, también nocturnas. Pero Edimburgo es, además, un activo

foco de cultura, que encuentra su culminación en verano, durante la celebración de su Festival

Internacional dedicado a las artes escénicas.

 

                                    El Parlamento de Londre y el Big Ben.

Londres, la capital inabarcable

Una imponente y siempre renovada dosis de cultura, monumentos de todas las épocas

complementados con grandes espacios naturales, más tradición que vanguardia, y el deseo

de mantenerse lo más british posible a pesar de su indiscutible cosmopolitismo hacen de

Londres una de las ciudades más visitadas del mundo, por detrás de Hong Kong y Singapur.

 

                                  En el centro de la ciudad impacta la belleza de sus calles.

Amberes, moda en la calle

Cosmopolita y con estilo. Llena de animadas terrazas, tiendas de moda de diseñadores que

han revolucionado las reglas del vestir y gente guapa que se desplaza en bicicleta. La moda

es uno de los ejes que definen la segunda ciudad de Flandes. Rubens y el Barroco, los

diamantes y el encanto del Escalda completan el círculo.

 

                                 El Museo del Louvre es el más visitado del mundo, con más de ocho millones de visitantes cada año.

París, mitad divina, mitad humana

SI hay una ciudad en el mundo que ilustra el significado de la belleza, esa es París. Metrópoli

de las artes y la historia, de los museos y las iglesias, de la gastronomía y la moda, París se

hace amar y derrocha un deleite espiritual que penetra por los cinco sentidos del viajero,

convirtiéndole en un adicto de la sublime oferta de sensaciones de la capital francesa.

 

                                Jardines Reales de Copenhague.

Copenhague, corazón mercante

Quienes la comparan con alguna otra capital europea cometen un error, además de una

enorme injusticia, pues Copenhague tiene personalidad propia y atractivos más que de sobra

para satisfacer los gustos de todo tipo de viajeros. Y, tópicos aparte, merece la pena visitarla

en cualquier época del año.

 

                                 Este año 2013 la ciudad celebra el 400 aniversario de sus célebres canales, el icono de la ciudad.

Ámsterdam, reflejos en el agua

Es este 2013 el año en el que la capital holandesa aspira a recuperar su impronta cultural. Esa

que gira en torno a la vida y obra de ilustres artistas como Rembrandt y Van Gogh para sumergirse

después hasta el fondo en sus míticos canales. Alegre y refinada, la ciudad despierta cada día

con una historia nueva que contar.

 

                                  La Plaza Sergel es uno de los atractivos del centro de Estocolmo, con su fuente en forma de superelipse.

Estocolmo, Nobel de la belleza

Nacida de la tenacidad del hombre por unir islas en torno al lago Mälaren, la capital sueca

conserva el encanto de un viejo barrio medieval sin renunciar a la nueva arquitectura. Diseño

de vanguardia y jóvenes apasionados por el rock, pero también viejos pescadores de caña

sobre sus puentes y playas de aguas cristalinas.

 

                                  La capital de Eslovenia enamora por su belleza tranquila. Lo mejor, los atardeceres junto al río.

Ljubljana, la prisionera del dragón

Pequeña en comparación con otras grandes capitales europeas, conserva el encanto señorial

de sus palacetes barrocos, toques Art Nouveau y un planteamiento urbanístico revolucionario,

con zonas ajardinadas en el casco antiguo que se integran en una arquitectura ecléctica mezcla

de clasicismo mediterráneo y funcionalidad.

 

                                   La cúpula de la catedral de San Isaac domina la ciudad.

San Petersburgo, mimada por los zares

Palacios barrocos y catedrales enjoyando sus avenidas, uno de los mejores museos del mundo

, el empaque de los días de los zares con los rastros de la revolución. Todo ello aguarda sobre

el laberinto de canales e islas de la segunda ciudad rusa, bañada ahora por la luz ambarina de

sus Noches Blancas.

 

                                     El centro histórico de Vilna fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1994.

Vilna, la gema del Báltico

Posee una mezcla de estilos que recuerdan vagamente a ciudades como Praga o París, -con

las que se la ha querido comparar-, pero brilla con una personalidad propia y diferente. De

espíritu acogedor y transigente, destaca por el modo peculiar y único con que hizo triunfar bajo

sus blancas nubes.

 

                                     Catedral.

Berlín, carácter dinámico

El profundo deseo de recuperar la armonía que se le negó a esta metrópolis durante casi tres

décadas, el tiempo en que el Muro dividió la ciudad, se ha hecho realidad. sus atractivos

históricos y culturales la hacen fascinante y sorprendente al viajero, que paseará por un

escenario donde la historia ha dejado muchas huellas.

 

                                    Cracovia ha conservado su patrimonio medieval manteniendo intacto el trazado del antiguo burgo.

Cracovia, el tesoro eslavo

Decía el escritor polaco Wilhelm Feldman (1868-1919) que el alma de su país residía en

Cracovia, en sus calles empedradas, en sus restos de murallas, en sus casas de piedra rojiza

… Tienen, desde luego, mucha suerte sus habitantes pues disfrutan de una ciudad repleta de

tesoros monumentales y declarada Patrimonio de la humanidad.

 

                                    El Jet d'eau de Ginebra.

Ginebra, el tiempo detenido

La silueta del Mont Blanc, en el corazón de los Alpes, se intuye a lo lejos, poderosa y siempre vigilante.

Aunque la capital emocional, que no real, de Suiza no necesita que nadie la cuide. Se basta ella sola para

preservar un legado que es el reflejo histórico de una forma de entender la vida, tranquila y en paz.

 

                                   La Galleria  degli Uffizi y el Palazzo Vecchio, al fondo, son dos de los grandes atractivos turísticos de la ciudad.

Florencia, la cuna del Renacimiento

La capital toscana es una ciudad hermosa donde las haya y poder vivirla unos días es un regalo

para los sentidos. Su armonía y su buen gusto arquitectónico contagian un estado de ánimo

romántico y le llenan a uno de humildad, algo inevitable ante el despliegue de genios que dejaron

aquí una huella imborrable y perfecta.

 

                                 Terraza del Métropole.

Montecarlo, la roca del glamour

Un Casino Belle Époque, cuatro hoteles de cinco estrellas, jardines, tiendas de moda, joyerías

exclusivas y una gran concentración de coches de lujo hacen del Círculo de Oro de Montecarlo

el epicentro de millonarios y famosos. Es el distrito más conocido de Mónaco, pero en un breve

paseo se puede recorrer todo el Principado.

 

                                El Coliseo es el símbolo de Roma. Se levantó en el 72 d.C. bajo la denominación de Anfiteatro Flavio.

Roma, eterna decadencia

Con su descarado encanto de aires decadentes, constata sobre su piel el paso de los siglos y la

huella que sobre ella han dejado los mejores artistas. Ofrece una ventana hacia la eternidad y

lecciones de belleza en medio del caos de su vida diaria. Así es la Caput Mundi, contradictoria

, pícara y, por encima de todas las cosas, condenadamente hermosa.

 

                            El casco antiguo es una coqueta villa mediterránea parapetada tras una robusta muralla de casi 2 km.

Dubrovnik, refugio en el Adriático

Orgullosa e impertérrita desde hace siglos, parapetada tras sus murallas y dispuesta a renacer

cada vez que un terremoto o la guerra la han devastado. La joya de la costa croata, en la parte

más meridional de Dalmacia, se mira en el espejo azul del Adriático e invita al viajero a perderse

por sus callejuelas empedradas.

 

                           Las góndolas son el símbolo de la ciudad.

Venecia, la ciudad monumento

Por encima de todas las cosas, la ciudad de Venecia se asocia a la idea de belleza arquitectónica,

a la armonía de unos canales de fábula medieval y al romanticismo de unos puentes que unen las

islas que conforman esta original ciudad hecha de hermosos palacios e iglesias. Y lo mejor de todo

es que no se equivocan quienes así la visualizan.

 

                             El castillo de Hohenwerfen, del siglo XI, se alza sobre un promontorio.

Salzburgo, la buena vida con Mozart

Testimonios históricos y sugestiones musicales se alternan y entremezclan en esta agradable ciudad,

antigua tierra de hombres montaraces y laboriosos, y de PRÍNCIPES arzobispos muníficos y

amantes de la buena vida. Aunque Salzburgo siemrpe es recocordada por ser la patria de Mozart,

quien ha dejado aquí una huella indeleble.

 

                             viena

Viena, la capital mundial de la música

Enormes y lujosos palacios, algunos de los grandes templos de la música mundial, museos

fundamentales, arquitectura muy original, estatuas doradas en los parques, el evocador Danubio,

viñedos y bodegas… La capital austríaca representa uno de esos lugares adonde todo amante

de la belleza querría regresar siempre.

 

                         Parlamento.

Budapest, la favorita del Danubio

Algunos la denominan “el París del Danubio”, otros “la Ciudad de los Cafés o “la Ciudad

de los Baños”… Todos tienen razón. Lo cierto es que, heredera de un glorioso pasado, budapest,

una de las ciudades más elegantes y ensoñadoras del continente europeo, se ha convertido en lo

s últimos años en un destino de auténtico culto.

 

                        La plaza de la Ciudad Vieja, con la iglesia de Tynsky Chrám entre edificios neorrena-centistas.

Praga, como por arte de magia

Hubo un tiempo en que los alquimistas poblaron la capital checa en un intento de convertirla en una

mina de oro. Quizás por esos anhelos la ciudad se haya quedado impregnada de un misticismo extraño

. Resulta imposible no enamorarse de ella, de su belleza medieval, de un puente que permite cruzar

la frontera de los sueños.

 

                        Acrópolis.

Atenas, regreso al origen

Más de tres mil años de Historia es mucho decir de una ciudad. Si, además, se trata del punto de

origen artístico, geopolítico y de organización social de la civilización occidental, entonces venir a

la capital griega y conocer sus miles de propuestas resulta obligado. Incluso si solo se está de

escala hacia las Islas Griegas.

 

                       La Cisterna Basílica almacenaba hasta cien mil toneladas de agua.

Estambul, sueños del sultán

Impactante como pocas, Estambul produce sensaciones contrapuestas en quienes se pierden por

su laberíntico callejeo. Todo, menos indiferencia. Desde la escenografía del Cuerno de Oro, su

puerto comercial histórico, hasta sus esbeltas mezquitas, sus palacios imperiales, sus bazares y,

cómo no, ese prodigio que es Santa Sofía.

 

                  Teatro romano de Mérica.